Una irritación por desprenderme de lo que no existe.
Comitivas de desvelos remarcando una tragedia dudosa.
Nunca más amar el frío, nunca más el paraíso de los púberes.
La piedad de mi paciencia es pasajera
En estos derroteros ajenos que me vapulean.
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Resulta curioso desde afuera que ciertos espejos
Se puedan ver más de una vez;
Algo en tanta multiplicidad me desespera,
Como si la rotunda prorrupción de otros rostros
Se agolpara contra mí, simulando piedras.
Coincidir en el punto exacto
Donde fui quienes verdaderamente fui,
Para forjar otras verdades y aguantarme
Tanta cicatriz de quemaduras.
Amanecer siendo un periódico arrastrado en la tormenta.
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Emprendí y retiré estas verbenas de tantos flancos
Que en los mapas se confunden mis intrépidas evasivas,
Un miedo permanente
Me observa desde mi omnisciente atalaya
Con sus crisálidas acunando soledades.
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Quedate mi optimismo de propina;
Ese mismo que te imaginó mejor de lo que estás ahora,
Como sospechando que tus pasos descalzos desmenuzaban
Los laberintos cretenses.
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