Entrar. Un mal necesario tras otro,
Como heridas destellando su pudor.
Sírveme el vinagre, amapola occipital,
Bébeme como a quien más detestaste.
II.
Descampando recuerdos,
Retirando las sombras de los portales ajenos,
De las persianas prestadas.
Ese pórtico en el que jamás nos abrazamos.
Las palabras piadosas
Se han marchitado con los candores de antaño.
III.
No voy a ascender, de ningún modo,
No voy a trascender más que en un furioso silencio.
Sólo se hace el verdadero camino siendo.
IV.
No tengo más remedio
Que los estertores de esta enfermedad,
Anegándome de borras de café las ganas rotas,
Perseverando siniestramente en escabullir
Sus mariposas de humo por mi ventana.
V.
La agresiva pasividad de los objetos:
Desgasté mi piel, me hice de róbalo y de alabastro.
Dis/tracción. Una súbita trepanación de mi d(is/e)curso,
Un desgarro a la mismidad.
VI.
No acuno pan para este hombre y el vino duele,
Astillando la copa núbil de las ingorancias.
Espero un número que me marque en el brazo,
Como un destino. Que algo me arrastre
Más allá o más acá de tanto mu(n)do desastre.
VII.
Regiremos estos polvos hasta sembrar el pánico
Frío de la batalla.
(Des)componemos nuestros (re/a)cuerdos a base de fuerza,
Estoicismos, sonrisas dictatoriales.
VIII.
¿Qué puedo contra las sobras de mi reflejo?
La esperanza cosió tanto plomo en mis botamangas
Que el océano se adivina, inmerso en el aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario