Nunca me molestó el golpe conciso,
Ese (b/v)e(r)so rápido que no aguanta la espera
Y se pierde en cualquier rincón, para durar
Evaporándose.
Con parcimonia de bigbang, con finura de pianista
Caminando por las vías, sin oír qué viene
Atrás. Pájaros lluviosos y otros gritos del tumulto,
Desabrochan la quietud y la dejan caer al parquet
-Como el cáliz al vino, como algún (a)diós a algún hombre-
Como un pantalón gastado al verdugo de todos los deseos.
¿Cómo no ha de ser (r)e(t/r)ó(r/t)ica una escalera
Si se lleva, co(r/n)tándolos, tus pasos?
¿A qué esta alucinación de tabaco, podredumbres sulfurosas,
Tus despedidas, mis cartomancias?
¿A quién estas alturas de hongo con galera,
Haciendo el tedio de los parques y de los cuartetos de cuerdas?
No hay justicia en lo inefable,
Tampoco en la amarga sangría, tampoco en los consuelos placebo.
Jamás me importunó la brevedad
Hasta que conocí un "tres veces bueno".
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