Donde nada falle, nada
estará funcionando.
Te acaricio de (p)alma
a (c)alma, donde seguramente duermes
Engatusándote en el
juego de las luces y el ojo empe(ñ/rr)ado.
La única ciencia
exacta es el olvido,
Pero hay (m)axi(o)mas
que tuercen un poco el reflejo de lo inefable
Como quien quiebra el
cogote al pollo y le deja seguir caminando.
También hay (pe)r(e)manentes
en lo que las cosas supuran;
Así (des/e)bocan recuerdos,
palomas paridas por las jaulas,
Tortuosos recorridos
del mensaje.
También somos el pozo
de esas cosas, la llaga abierta en el meridiano
De nuestras
certidumbres.
Afuera, en algún
sitio, te acercas y me cercas.
¿Dónde suena el reloj
que despabila nuestros márgenes?
¿Dónde se compone la
imagen que algún quejumbro eyecta?
Todo remanso es una
cárcel (y no por eso dejamos de necesitarlo)
Y siempre un genio
maligno nos llena de espejismos que voceamos(;)
(Yo) Como cer(t)ezas.
No estás aquí y mi
mano te acaricia.
De algún modo,
funciona. La falla lo corrobora.
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