Arréciame exaltado, violento, cruel, malherido;
Incúlpame de todas las fustas y las espuelas;
Distánciate de mí escupiendo no sé qué improperio...
Poco vale perder dándose por así querido,
Llevarse inmaculadas de bosta las buenas zuelas
Al olvido perfumado que llaman cementerio.
Transhúmate de mí, si quieres, elévate al humo,
Cuéntanos el cuento de quien se fue sin que lo echaran
Para volver después supurando pus por el rabo,
Cuéntanos tus malabares, yo con gusto me sumo
Al exilio sufrido que tus luengos bueyes aran
Con cansancio de jornada que me pongo y no acabo.
Ponme una monedita en la garganta, como al sapo
Y cose mi boca luego, con un nombre e hilo rojo.
A tu dolor de cuerpo y alma me adhiero cual abrojo:
Yo seré lo que digas, pero valgo cada harapo.
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