Peste que te propagás | como el amor y la desesperación
calentás el aire embotado | vos también abrís pozos en la plena oscuridad
para extender un abrazo que luego se volverá su propia tortura | para ver más allá de la evidencia
apostás lo que te queda | mordés la ubre con la que no pagarás
bebés la leche enmohecida de la plata amarga | escupís al suelo para que las víboras no te sigan
mordés a esos que aún te siguen | a fuerza de quedarte por fin abandonado
aunque pretendas escaparte de una vez y para siempre | permanecés sentado y cruzás una pierna
siempre se entumecerán las pantorrillas de tu verdad | encendés un cigarrillo de premoniciones
siempre silbará tu locura ventolera | tu canción favorita trastabillándose en el cuarto escalón
como un infiel o un borracho | silbando fuerte para no caer
frente a la puerta equivocada | pronunciando el juramento errado
el labio se anquilosa y se hace rígido | pero una verdad pifiada no es tan mentira
pero la resaca y el arrepentimiento enfrían | como esta calma y esta indiferencia saludable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario