Volátil andar, seguro como un yerro | reticente a estarte quieto
probando cada mecanismo abstracto | para hacernos tan físicos
precipitándonos en insomnes cálculos | sólo basta que dibujes una línea
apenas sutiles pormenores | sustentando mi duermevela en tus brazos
pero no es tierra la esmeralda o tus ojos | esa novísima lencería de aire que exhalas
o el contacto casual, evitablemente ineludible | tapando lo que abajo palpita
como un fruto caliente y dulce | cuajándose a la provocación y al deseo
bajo una cortina de sudor | que te aureola como a un santo
en las tintas destempladas que exprimo | asustado de haber sido descubierto
hasta hacerte, gota a gota | en una cárcel libertaria de perfumes
una caricia que derrame la intemperie | que logre dejar afuera tu prisa
cercenada de proverbios | como un cascabel transmutándose en monedas
como tus labios, que relames ante mí | hasta que yo les dé brillo y significado.
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