Bésame despacio,
desgaja el vacío de esos | tus labios, que apenas saben de la verdad y la
paladean
que juegan las penas
en una tómbola de nimiedades | tus silencios, que se acumulan como prendas
dejadas caer
a la vera de la noche,
a ganarse soles irradiados y metálicos | y se olvidan -como nosotros- de que
algo más hemos sido
saborea la ternura,
ese colapso | donde las venas trazan el río y renuevan los pasos cruzados
por acercarte mucho al
vértigo | por pisarse a sí mismos y limpiarse de todo rastro
de mi daga clavada en
la luz, de tus nombres tatuando mis vísceras | ¡Detente! ¡Continúa! ¡Más abajo!
Hasta que el mismísimo dolor suture el amor | hasta que el amor suture las tristezas.
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