Otra cosa que pedazos del jarrón que sembró el universo
Al resbalarse de su inmóvil eje?
Reguemos el cosmos con estas vértebras
Que crepitan sus jornadas.
Enigmática expresión del viento agitando
Las ropas colgadas a la vera del río;
Una pausa: la boca se cierra
Para que el hambre se abra.
Nárrame los destellos que más se acomoden
A tu cielo encapotado,
Como quien escribe la tormenta
Con los ojos vidriados de cavilaciones.
Hasta que sean las cosas que nos decanten
(Vino allí, orujo acá)
Sumémonos como el aire
Que sostiene al humo entre los clamores y las despedidas
En un silencio que reverdezca la tristeza del sauce,
En las derrotas que premeditamos,
En los sudokus a la mitad,
En lo inminente de marcharnos para quedarnos para siempre.
Porque el punto de la fricción es
Donde las partes se han unido.
Porque uno es lo que estaba en el horizonte
Donde cayó la pedrada que antaño arrojamos.
¿Quién nos arrojó a nosotros?
Luces tejiendo estos vitrales
En esta acrobacia de sostenernos en un espacio donde,
Sin estar, somos. La lágrima que ha gestado
El ojo, la melodía que parió su propia orquesta.
La máscara que se nos rebela
Para arrancarnos la piel, para mostrarnos
En llaga viva qué supuramos abnegadamente.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario