I
Voy licuando los fantasmas.
Una ríspida inervación que me obliga a levantarme en
madrugada.
Has entrado sin que te viera,
Nombrado al descuido en lo que ya no tiene nombre,
Estrepitosamente aferrado a las huellas del polvo
Y a las esquirlas que ven mis ojos cuando nada ven.
II
Mi cuerpo destrozado,
Un papel que va contrayéndose violento
Mientras un oscuro fuego le quema hasta reducirle
A sus mínimas muescas.
III
Pero la puerta se ha cerrado.
Pero el dolor se ha abierto
Como una flor a la noche que es la última
Simplemente porque nada la podrá iluminar.
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