Corroboro nuestra generación
De fútiles circunstancias y herencias lapidarias.
Algo rehén de tus palabras
-Dulces avispas cuyo panal destruyó mi piedra-
Propago nuestro amor como una infección,
Como una carne salada, una buenaventura, una herida
Abierta a múltiples interpretaciones.
Tú aquí, yo allá, bandera hundida en el barro.
En nuestro haber el error de cálculo
Y todo el odio que me tuviste
Están en lo correcto si te sentís libre.
Cada uno en su casa y Dios
Oficiando de okupa.
Ya estoy al tanto de mis ansias
Y sus muelas flojas,
Casi sé remendar mis apuros,
Mis noches estilo Penélope,
Este extrañarte sin querer volver.
Como un opuesto Sansón,
Nada me dio más fuerza
Que tu tijera.
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