A Miércoles de ser ceniza, me encaró.
¿Qué hiciste los ramos?
Santa siesta del domingo y la tormenta.
Los dioses, benévolos, suplicaban gallinas.
Nos ardía la menta.
Combinados y borrachos, como puntos y
flores.
Un zapato daba la hora,
El otro, su genuflexión.
Che, Dios, qué buen vino.
Dementes.
Fenecía la milonga.
Ella desnudaba un maniquí;
No se daba cuenta que iba perdiendo su piel.
Traqueteaban los oráculos:
Su mano en la pianola.
Se aferró al árbol, cual druida de la
inconsciencia.
Vomitó un poco, para decirme que me amaba.
Las topadoras y sus calumnias.
No era un apóstol.
La maraña de edificios-
De la ciencia, del bien y del mal-
Le atrapó la vista.
Adán se sentó en el bar:
Petit dejouner?
Mocca del pecado original.
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