Como si fuera a ausentarse por un tiempo,
Dejó agua a sus estatuas de yeso
Y caldo a los espíritus.
Derramabas vino -me acuerdo-
Para bendecir.
¡Ah! Le dolía más la franca ausencia
Que la insípida otredad.
Me atribuía líneas que no eran de mi mano
(Ni, mucho menos, de mi vida o mi amor).
Jugábamos a escondernos entre las sílabas.
Escribías tras las piedras,
Como grabando un epitafio pre-mortem.
La menta nos consumía el voyeur.
Vos, con cara de hojita escaldada,
Proponías no volver a enamorarnos.
Yo barajaba ases y nos repartía picas
(De tréboles y corazones), ni hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario