¡El árbol está muerto! ¡Oh, Sol triste…!
Se desanduvo en un violín de cuerdas truncas.
La manzana que aquella vez comiste…
No fui yo quien la comió, ni ayer ni nunca.
Hasta el carácter más férreo se dilata
En tu fuego sordo y tu agua muda.
Soy de tu libertad, el pájaro que el niño ata,
La mujer que acorralan y apedrean desnuda.
Una cárcel de diamante
-Al fin y al cabo-
Sigue siendo prisión.
Hasta el más puro corazón
Tiene su ex-clavo,
Su pathos des-a(r)mante.
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