Acurrúcate en mis venas.
Enséñame a no dormirme
En esta nieve cancerosa.
Tan solo para los demás,
Tan aturdido de rieles.
¿Donde termina el puente
Del que he de saltar?
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Ámame a regañadientes,
Como a un absorto pianista que toque
En tus noches conciertos magistrales,
Cuando tratas de dormir.
Ámame sin prisa y sin pena,
Aferrándote a lo que quede de mi efigie
Después de una luna llena sin soñar.
Ámame con prosa, con plumas nuevas,
Con papeles cuadriculados
Donde no se cuenten tiempos ni capitales.
No sepas de mí.
Ni de la lluvia, creerás
Que sos único entre mis ojos.
Y en pleno abrazo que suponga
Un segundo, quizás salte el agua pura
Para sanar las heridas más violentas.
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