¿Sos vos esa patria
Donde se cumplen las promesas?
¿El fino hilo sisal que el tiempo nos ata
A las preguntas disparables?
Es la misma concatenación de labios
Que nos despierta en primavera.
Enhiesto mi fe de tierra firme
Y dos suspiros de hojarasca bienviniendo
Este cálido invierno entre tus muslos.
Sé del mar y de sus olas lo que tengo
Que aprender de tu piel y tu sonrisa.
A veces duermo de lado,
Para ubicarte en tu lugar del mapa de mi sangre,
En tu costado del abismo más emocional,
Menos explorado por tus dedos viajeros.
Aún busco mi tierra prometida.
Aunque se nos corte la respiración,
Las manecillas del latir, las balas de plata.
Prisioneros del tornado de abrir los ojos,
Al aletear de tus pestañas de mariposa.
Descreo mis cielos y mis rosales, pues;
Olvido bien los nombres de terceros
Y los números que ocupaban
Para todo saberlo del rubor de tu mejilla,
Y para todo descubrirlo desde el amanecer de tu alma.
Usualmente me desvelo leyéndote a caricias
En los puntos y comas de estas sudadas sábanas.
Trepando a esa montaña tenue que es tu cuerpo
De costado, mientras te abrazo,
Cuando te embarga el sueño.
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