Agitación errabunda que me sacudes,
Me quitas del paraíso del sueño
A bal(d)azos fríos que me doy.
Alimentamos mi sombra con las cenizas de anoche.
Ambidiestría del terror, que te apoderas
De mis pájaros, de los pulmones del día, de este invierno
Atracado en plena avenida por un varón con anti-faz.
Me cuesta darte hálitos de vida,
Querido espejo.
Me des(es)clavo en esperanzas para no vola(tiliza)rme
Como una hoja seca y pisoteada.
Turbación errante del arroz dentro de su prisión
Son-ora bien, ora maldita.
Imberbemente tiemblo ante mis creencias más enraizadas,
Más arboladas, más verdosas:
Muchos peones que mover y poco rey que siga vivo.
Todo se va tiñendo de un desgastado, opaco, frívolo
Negro.
Los precipicios se me abren como venas
De mis brazos, dispuestas a devorarme todo.
No permitiré que (me) muera
La serpenteante ilusión de llegar al sol.
¡Encantado tendría intenciones menos cansadas!
Voy (que)dándome sin el aire de mis días,
Restando estas horas de frenesí iluso
A las manchas de las paredes que se hacen llamar existencia.
Libero la grulla de mis latidos
Al pleno apogeo arremolinado, al silbido del tren
Destinado a todas las implosiones.
Soy de nuevo la ferocidad de mis bostezos,
La creación de un huracán con una lanza atravesada
En su único ojo.
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