¿Esa mujer vigilaba tu espa(l)da de monarca?
Haznos mariposas.
Te (con)templo con los ojos bien
Abiertos bajo los párpados cerradísimos:
Una cuerda nos arropa cual matriz,
En la supresión suspensa de tu respirar tranquilo,
Ovillo antropomorfo de dolores y esperanzas,
Muerdo tus omóplatos anudados.
Agricultúrame,
Amante reincidente, touch and go
Deeper. El antiguo mandala nos ha conectado,
¿Importa cuántas veces? Abrázame
Suboceánico, abrásame hipertensado. Como una ga(i)ta
Enferma, cuídate los pulmones (aire, conjeturas,
Limpideces del amor; custodia las alas a tu grulla ponedora)
Y olvídame como a la piel que se cambió
(¿Trocaste el tullido tango por dolencias mudas?)
Ásperos boulevares de la luz mala, de las buenas (n/h)uevas
Que (¿acusas?) repe(t/rd)idas.
Lo hosco nunca vitoreará (por eso no deja de ladrar);
Hociquéame el pecho, refúgiate de los vendavales
Que aúllan tus (d/r)esquicios.
Alúmbrame con tu vient(re/o), que toda penumbra
Fue una voluta de nuestros cariños, levantada
Entre tus brazos desde el Cervicáliz hacia el Sacroazul
Te re+pongo en los espacios etéreos, introduciéndote
Mi dulce alatrón en tus encriptados paladares.
Haz de mi hipodermis tu última tierra prometedora,
Que sabré permanecer (como quien no
Se esfuerza por endurecerse).
Reminiscencias: grillos mielínicos que brincan
Al impacto. Me das la mano, jarabe de (h)a(ll/y)a+(g/h)uasca,
Jeque aguardando las premoniciones. El humo
Conserva nuestras toneladas co+rrespon+dientes;
Aspírame, enamorado, soy el filtro de la neblina.
Otéanos (de/lo) nuevo: por primera vez es hoy,
Esta cortina no se había corrido antes así, bronceando
De lunes nuestros cuerpos (yuxt)apuestos.
Mientras tanto, me (con)formo mirándote dormir,
Acariciando tu eterna llaga de pueblo, de viejas
Dictaduras y sempiternas psicosis sobrevolando
Tus orejas; metiéndome un poco más en tu pelo de cañaverales
Para oler todas tus luces, tu melancolía marina, tus pasiones
Hervidas y derramadas (nata ga/láctica suculenta).
Plácidos, g(l/r)andes, cíclopes embebidos en nuestros licores.
Extático, estiras tu pierna patria,
Apretando como un reflejo mi muslo, domador y obediente.
Hasta que vuelquen las clepsidras del día-
Cuando nuevamente triunfen los malhumores-
Y debas marcharte, porque ella te llama.
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