De enterrarte en bibliotecas para olvidados
Por mi esdrújula presencia,
Yo, que tengo esta manía de cazar las antediluvianas voces
Y dejarlas en el rellano, humedeciendo estanterías.
(Después de todo, en este precipicio está
Mi mano estirándose para tocarte
Aunque te hayas derrumbado).
(H)ay el sexo, (h)ay los brillantes divertimentos
De jugar vidas ajenas, de engañar a la vejez y arremangar
Mis largos pantalones pisoteados.
(H)ay costumbre de permanecer aferrado a los embargos
De la emancipaciones y los manojos de recuerdos.
Es que no sé si les poseo a mis disuasiones
O ellas me transmutan como cúrcuma en mortero,
Pero lo cierto es que a/penas si recorro los oasis silenciosos
Levantadas por otros antes de que yo fuera
Una sed fetal e imprevista.
A todos, cada tanto, nos arrancan las páginas o se nos vuelca
La tinta / El tinto.
Me arrullo alrededor de tu cuerpo de garbanzo (t/g)erminal,Tarareando ese juego trastocado que son nuestros nombres.
Y vos recordás que pudiste haber sido eterno,
Mientras yo te dibujo fractales en las lágrimas que sí lo han logrado.
Yo también colecciono huesos de celulosa,
Los embosco en zaguanes o cunetas donde, inermes, se rinden
A que no los devore.
Hoy prefiero beberme el terremoto de tus rememoraciones
Acumulado bajo la almohada, entre caléndulas y floripondios.
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