lunes, 6 de febrero de 2017

Eslabones encriptados.- (Versión de cartera de caballero; 05/02/2017).-

Mientras más te despedís, mejor te quedás.
Porque más te escribo, menos te pienso, más (té) vivo.
Yo, que quería mate amargo (o matarte, dulcemente).
Desayuno a lamidas tus írises, uno café, el otro menta-chocolate.

Último San Martín Pescador, te sostiene -primerizo- esta trampa
Que te libera, triste inocente condenado al callejón póstumo
Sobre mi ancha lengua, recibes los sabores al mundo.
Te retengo en mis líneas sedentariamente escapitas, emanándome 
Tu tibio vapor de casona en llamas.
Te detengo en la disyuntiva que te mantiene ojeroso,
Como el vinilo, querrás una púa que te haga translaciones.

Fotografías continuadas, nuestra orgía iniciática, blanquecina
Recubre la cuarta pared de este película estática,
Plantamos nuestras mutuas semillas en otro vientre afín:
La ternura caníbal con que arrobas mis sinsentidos
Me mantiene, búho matutino, transpirando abstracciones.
De tanto besar mi cara, gallo nocturno, me has cosido lunares ignotos
Que llevo como condecoradas heridas de nuestras pacíficas batallas.

Extraigo de tu cráneo la esperma de mil abejas,
Que van a fecundar la luna, compañera permanente.
Somos chacales (o perros) aullando nuestras reflectaciones.
Como una aparición, entre cangrejo y alacrán,
Surge del océano el quimerismo de vos-yo, peces-amantes.
Estallidos de rocío, braile recurrente, manos extasiadas.
(Mi leño se empapa de salitre, ardientemente.)
Te apresuras, aunque te calme, ávido de convulsiones.
Te duermes y yo te cuido, invulnerable niño centenario.

Dame el atavío que quieres que use al pasar
(Quedarme) entre tus desvaríos. Dame tu espalda estival,
Como un manto escudero la protejo
De tus internos súcubos, hechiceros, taciturnos.
Abrís tus encías de pez y ya es ambarina la madrugada.
Le susurro a tu branquia y a tus flancos sacrificiales
Los hijos que somos, trazados en veladas quirománticas,
Conocen la pereza que parimos, durante el día.

Has sido mucho más que onírico escenario,
Flecha emponzoñada, sismo que me a(r)ma .
¿No flotabas en Cañada? Áspero nenúfar, rutilante llamarada.
Me dejas un mensaje encriptado, amablísimo:
Soy aquel cuya voz interrumpe tu ensimismado di+ál(o)go.

Sin tabúes y un tanto ebrios, me hundes contra tus paredes.
Una laguna es un olvido dónde Alguien refresca. 
Limamos tanto el eslabón que la cadena nos tatúa por dentro.

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