Delicada brusquedad, tus constantes ínfimas proezas.
Eyacúlame tus precipitaciones, tus demoras, tus amoríos.
Círculos de nuez moscada donde habito este fértil baldío,
Este ajedréz psicotrópico de moverme como a una pieza.
Me has herido mucho mejor que tantos otros vacíos
Con tu grasa oximorónica de pequeñas grandezas.
Todo idealismo es un castillo de arena sin arena;
En la cal del desasosiego la vida nos maltrata.
Escaramuzas de semidioses, las trascendencias ingratas
Enceguecen tantas voluntades, decididas a obrar buenas.
Tanta humanidad se aferra por habitar las eternas cuevas
Del recuerdo popular, del sagrado misticismo de barrio.
Pero el tiempo fornica a todos con sus funesto presagio:
Pocas cosas pueden hacerse, varón, casi ninguna nueva.
Esta niebla que todo lo co+rrompe, nos enseña sobre primacía.
Atísbame en tus paisajes preferentes (esos míos)
Donde estuve antes de nacer, pero bailando el estío.
Fisgonea mis memorias, para ver si te recuerdo en esta geografía.
Los espacios se construyen apuntalando la existencia
En el tenue rescoldo de óxido que nutre nuestros pulmones
Vivir, liliputenses gigantes, sabiendo nuestras dimensiones.
Mucho subsiste lo que no pretende su persistencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario