Doy abnegadamente al vacío.
Una espuma dental nos sal/pica.
Asistimos al desencuentro, puntuales pordioseros
Del cariño. Pero ella se+paró,
Se incorporó de su órfico letargo, de su chatarrería
Insurgente, de nuestras posturas electromagnéticas.
Ella sabía un secreto, que guardaba bajo los zócalos.
Conmútate en so/nido, en encí(n)a sangr/ante el altar.
Cada quién es hermanastro de sí mismo,
Cada qué bordea la falta arrumacándola al pescuezo.
Cada vez te recuerdo menos,
Perdí los fuegos santos de tus manos.
En las escalinatas de la noche, la luna arde, tísica,
Sin espiar por nuestra ventana.
¿Quién echará sus aguas piadosas al océano calcinado?
¡¿Quién habrá de hacer beber al dios que no ha nacido
En tu Nombre?!
Ella morirá, congraciándose en tus tributos.
Con el tiempo y un poco de suerte, también nosotros moriremos.
Ya nadie coserá mi destino a la manga
Rota. Verás mi cara, apenas despierta, recitando
Estas palabras inseguras, este eco arrastrado,
Para la nada.
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