Dis(i)par(ar)nos hasta lograrlo;
Nosotros, va(g/r)ones escu(l)pidos en la misma roca onírica.
Conden(s)ados portadores de una soledad epidémica.
Deseo corroyendo la sangre,
-A pesar de todo, la sangre;
Aún, la sangre.-
Un diluvio singular,
Tridencioso, mojigamberro,
Reparando los símbolos que se permutan
En las oficinas postales. Un reco(noc/g)imiento
De as(tró)no(mo) mirando en los guijarros
Cómo se calca en la tierra el cielo.
El cielo suturándonos la sangre,
-Por otro lado, el deseo;
Quizás, el deseo.-
Déjalo que corra como espíritu indiferente,
Deteniéndose ante los relojes e ignorando
Los amantes y su arte. Aquella historia rocambolesca
Que nutría a nuestros antepasados tuvo su fractura (g)lúcida.
Aquellos (r)únicos talismanes sobre la cabecera:
¡Todo habrá empezado!
Una nueva luna marcando al carnero con cal
Y sangre de algún primogénito.
-Además, el espíritu;
Sin embargo, el espíritu.-
La leche y la sal pélvica -o torácica-
¡Arroz pa(ra)/ella, la (des)afor(tun)ada!
Tendrás tu silencio, / el mundo seguirá
Reincorporándose cada mañana.
Pero no morirse también es estarse muriendo.
Re+tumbándonos una y otra vez en la misma sala de hospital,
Devorados por los lobos del atardecer.
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