Donde no hay victorias o derrotas parciales,
Donde la gente camina sus misterios dolorosos
Y el denario de los días nos troca en cada puesta de sol,
Allí donde las aguas se convierten en tapiales
Y corrigen al cielo ennegrecido los fogonazosDe mil palomas blancas como la noche.
Allí te amo más que al polvo que me mantiene
Soñando, opiáceo, revolviéndome como una cuchara
En el caldo espeso de los fracasos.
Concédeme este vals apresurado,
Habré de hacerte tango -¡de hombre a hombre!-,
Y en los rincones de tus salas acolchadas
Latiremos, rutilantes, como enfrentados espejos.Gírame cual vinilo en translación,
Hasta que el púlpito teatral, siempre aburrido,
Despierte de sus sopores y nos conciba con sus ojos.
No lo creo, y al no creer, aún así te estoy creando:
Gestación etérea de la voluntad del barro purísimo,
Conviértenos en la sílaba última del conjuro.
Desnudaré mis armisticios lumbares en tus sacros robledales
Al cérvix que te eleva esta marejada torácica.
Se resquebrajan las columnas, ¿Hemos perdido el eje?Alguna tempestad siempre sacude, aunque el árbol
No esté para bollos.
¿Por qué habrá de ser más honorable
El descenso tibio de una pendiente
A la caída venturosa de quien salta
De su ultimísima Babel?
A vos, que en el polvo exhibes tus carnes sin prisas,
Te dibujo esta luz para que caldee muslo y pantorrilla.
Déjalos que hablen, o que callen,Que aprendan que el idioma Padre de todo humano es el silencio
(O, aún peor, que teman que el idioma Abuelo
Sea un sórdido grito en medio de la noche del mutismo).
¡Ah, pero no puedo reincidir en esas farsas
Que suponen estar de un lado cuando siempre
Enclavé en el Otro!
Habrá sus concurrencias, como siempre,
A la tertulia mascarera de las sobremesas.
¿Quién envenenará tanto vino con vahos del Tártaro?
¡Doblegaremos el infinito como un papelHasta volverlo un barquito en la corriente!
Hasta volvernos partículas indescifrables
Del átomo que explotó al inicio de los tiempos.
No habrá un robo entre nosotros,
¿Qué, todo nos lo damos?
Que nos damos con todo
El caudal de los encuentros,
Porque haces las preguntas que no requieroA las verdades que, sí, un poco necesito.
Repítame, como fumándome a escondidas,
Permíteme ensuciarte los dedos con el alquitrán
De mis concienzudas cadenas.
Al filo de mi cintura te trazarás nuevamente
Y en el hueco que nuestras entrañas
Le han hecho al olvido, nos abrazaremos, íntimos,
Aún desde nuestras ausencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario