Me rompo.
Sin poder evitarme las esquelas cosechadas,
Sin alcanzar ninguna cima que se precie o se sublime,
Sin horadar la montaña de terrores que me maldice.
Me rompo, sí,
Pero aún puedo jurar que esas sonrisas camuflaban lágrimas.
Todavía he de admitir que aquel jolgorio sabía a equívoco.
Aún me restan fuerzas para asegurar que nada de lo que se permuta
Tiene un ápice de sincero.
Y sin embargo, me rompo como el cristal de un remordimiento,
Como la súbita visión del pozo desde adentro,
Como esta sensación cancerosa de deberme más de lo que podría pagarme.
Me rompo porque no logro entender para qué la entereza de las cosas;
Porque sé de cierto que las cosas -las personas- también están rotas
Aunque finjan dicha y perdices.
Aunque añoren imposibles dichas y perdices.
Aunque mientan para la cámara las dichas y perdices sobre la mesa.
Me rompo porque no alcanza el engaño;
A mí tampoco me alcanza con el engaño:
Hay quienes sí
Prueban dichas y perdices
De verdad.
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