Si con mi amor te creaba.
Si con aquel silencio te sostenía.
Si con toda mi servidumbre y mis inquisiciones
Estaba, atosigádamente, haciéndote un hogar.
¿Cómo pude, entonces, cometer lo ineludible?
¿Cómo pude romper la cínica cadena de tus labios alejados?
¿Cómo me dormí -sin soñarte o prometerme-
Hasta hablarte de mi amor y arrojarte al vacío;
Hasta deshacer mi amor y descrearte de un golpazo?
¿Sobre quién cayó la fina cuchilla del cadalso?
¿Fue mi mano herida la que arrojó la piedra
Para que no te tropezaras?
¡¿Estaba yo empujándote al barranco?!
Otro punto de vista para verte
A vos, que te he malherido, utilizándome
Como el mismísimo facón.
¿Por qué no te cobrás la venganza de una vez
Y te hundís, lento y piadoso,
En cada resquicio de mi inane existencia?
Otro punto de vista para inventarte
A vos, víctima teatral de mis escenas dramaturgas,
Con el pecho transido en una ausencia gris
Tan despreciable. Hay tantas pesadillas golpeándome
Los postigos, sólo por haberme acercado
Demasiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario