viernes, 2 de marzo de 2012

Golpeándonos los reflejos arácnidos.-


Pensar. Cualquier. Rincón. Puede.
Destruirse. Sin yerba.
Lamerle los dedos a la nervadura.
Cuando se rompió el reloj

Y se cayó la arena,
No había agua debajo del mar.
Sé que no era soñar por partida
Doble de ajedrez,
Alfil de espejo.

Los ángeles, quieran.
Con fuerza del deseo, movilizante de orillas
Y mares.
Los ángeles, quieran, quieran los ángeles.
Que tu voluntad resucite,
Que el carnaval te ampare,
Que te sacuda
El fuego que enciende al rey
E incinera los mundos vecinos.

¡Aventúrate a vivir, te ordeno!
¡Procede a dar dedos contra teclas y hacer piano!
¿Qué no ves?
¡Ciego de nariz!
¡Sin respirar los oráculos!

Cubierta de una raída manta va tu fe,
Descalza.
Cambió su vestido de oro
Por tu entierro de cenizas.
Linaje puro, era nacida.
Pescada con sedal de plata,
Sujeta con las redes del rubí,
Sedada, cayó a tus pies.
Primero le prometió la virgen.

“Desprenden estas letras
Congoja de jilguero en llamas.”
No permitas que se desgaste la vacía
Partida consagrada a los altares del siniestro.

En el silencio más fúnebre
De tus negros pensamientos lapidarios,
Dale entierro a este plumaje,
Negro también, como el melancólico murmullo
Que, corriente abajo, se apaga en el río.

Desestimamos y apostamos.
Doble a la nada. Todo a la torre.
Difundirse de caballos,
Golpeándonos los reflejos arácnidos.

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