jueves, 20 de septiembre de 2012

Oxígeno IV.-


Víctima de tu silencio.
Preferiría un puñal, una fruta envenenada,
La cicuta más socrática.
Cualquier cosa que no fuera saber
Que te vas,
Dolidísimo.

Victimario por inquieto, por no valerme
A mí mismo.
Te deshojas y yo siento
Que es tu ropa cada tela que te arranco
De tu (nuestro, quizás sólo mi) corazón.
No vuelo lejos, no me expulses.
Tu cuello era
Mi refugio.

Las paces, digo.
No es que estemos en guerra, quizás
Vernos a los ojos profundísimos, cristalinos.
Dejar de temblarnos cada uno dentro del otro.
Abrazarnos con la sinceridad que no conoce
Lo imposible.

Ya lo sé, te lastimo;
Yo también digo tu nombre
Antes de dormirme o perder la esperanza.
Yo también te persigo por las calles
Que no recorreremos juntos.
Yo también sueño despierto
-De vez en cuando-
Que mis hijos son tus hijos.
Y soy feliz por un rato,
Sin que me lacere
Lo platónico.

No te invito a un pecho tan mohoso como este,
La humedad y el hastío me han hecho estragos.
Pero sabes de mí,
Lo sabes todo.
Y en el profundo silencio cómplice
Del aire que exhalo en tu oído
Sabes, lo sabes bien.
A él no, a vos sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario