Me arranco de cuajo los músculos y sus pieles,
¡A minar los islotes donde soy sostenido!
Disparo de lo Real, filo de lo cercenante…
Solitaria presencia de aire amenazante
Te comparto de este pan recién mordido,
Del aguijón que me encontré buscando mieles.
Adquiero del proverbio sus facciones agudas,
La verdad es tan cruda como la mismísima pasión.
Ya no he de retrasarme, empecé mi camino.
Pulsante como sangre conectando lo divino
De la flor de loto que se deshoja en escorpión.
Una mano –que es mi mano- dará todas las ayudas.
¿Qué fue del triste niño que no quería jugar solo?
Díganle al cuentacuentos que se convirtió en lo que sería.
Abandono la jaula cual preso, hacia su libre futuro.
Consciente de que los barrotes me hacían sentir seguro,
Probaré –si es que tengo- mi valor y mi porfía
Acabando con el pañuelo, la cruz cargada y el dolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario