Desdoblo la mota de polvo
Que hace de alfombra donde vuelo,
Sacudo cada cabello y se lo
devuelvo
-Con las plumas- al pez dorado y
ceniciento
Que vive alrededor de mi nuez de
adán.
Como en la mitad de un salto
silencioso
Escucho todos los llamados, todas
los relámpagos
Y por un breve instante no sé a
cuál responder.
(El llamado sigue siendo interior
y anterior a estas palabras)
¿Cuál es tu música? ¿Qué canción
baten tus palmas?
Tierra segura y resquebrajada
Donde puede que crezca una flor.
Los tiempos de tu instrumento no
son
De mi entretenimiento, ni
devoción, ni sazón.
Me quitas la dulce pimienta entre
tu cobardía
Y tu dignidad dolorosa. Te
quitaré la máscara.
Yo, que hasta transformaría los
odres
De agua en vino en tu nombre.
Cauce descontrolado de locura
voraz,
Al galope arroja sus caballeros
contra los destinos
Y sin embargo, pareces tan vivo…
Como si extirpada la piedra
El hombre se volviera pájaro
mitológico.
Me aleja tu forma envolvente,
Tus tendencias de enredadera no
podada.
Yo, que podría posar en todos
Tus paisajes, reniego de ser rosa
o jazmín.
Llámame, que sorprenderás a mis
razones
Y me darás en qué pensar cuando ya no esté pensando.
Los pasos, el camino trazado, te
sientan bien
Aunque me gustaría verte bailar
sobre las nubes.
¿Habré de pedirte un imposible
por peripecia?
Me siento a tu lado en silencio
para que el tiempo
Teja las manos que habrán de
entrelazarse.
Yo, que insistente miro el vacío
desde mis ojos llenos,
Quizás aprecie tu sonrisa.
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