Quien soy está borroneado de quien fui.
Como una serie de índices absurdos que presagian
Una mortal vacuidad sin dobleces ni puertas de
emergencia.
La pereza de lo perpetuo se encripta en mis poros,
Haciéndoles sangrar su paz y su lontananza.
Temo que no haya remedio para mis ideas
gangrenosas.
Se acumulan loso amantes como las arañas,
Videntes del diluvio que nos arrastrará de nosotros
Mismos, de nuestras carnes crudas.
Los huesos se nos rebelan, eligiendo con suma
Entereza la calamitosa mutación del agua.
Recuerdo haber visto alguna luz en la lejana
Casona donde jugaban los niños que fuimos.
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