No(s) espoleamos, no(s) (des)esperamos, no(s) espantamos?
Si nada tenemos para decirnos
Que el silencio hable por nosotros.
A veces soy yo ese hombre
Que camina cabizbajo al otro lado del río.
Otras tantas, recostado en la vera,
Apenas a un palmo del agua que adivina
Mis ideas plomizas y las sumerge.
Símbolos que he trazado, silencios
Que he respondido,
Orejas de algún conejo echadas hacia atrás
Por el miedo, el mismo miedo a la luna que tuvimos
Cuando primitivos. Los mismos zapatos de gala
Con que condenamos nuestros naufragios
Flotarán como bálsamos
En la fuente de nuestras vejeces.
Bisectriz que me divide como agua de mar muerto,
La sal helando mi rostro, moscas que siguen mi vista
Adónde se pose. Temblarás cual dios griego, presumiendo tus viñedos,
Colgando en tus manos la mística y las ofrendas genitales.
Lo que nos contra-dice
Y este silencio pueden ser
Las mismas palabras agazapadas para devorarnos,
La misma codicia de las ironías.
No creo que se trate de aprovecharlo todo,
Esto no es una facción del valor consumible, mensurable.
Hay lo que vale fuera de los conteos, de las comparaciones.
Hay lo que arrastra la piel al precipicio mudo del principio del tiempo
Y te deja bramando el grito iniciático.
Sostener un silencio, algodón
Contra los dientes, la esencia golpeando
El frasco. Sostener la mirada de un ciego,
Los reproches de la crianza, las preguntas homicidas.
Sostener la soledad atrincherándose, y las presencias
Con pertinaces ausencias. Sostener el absurdo
Desde la activa pereza y la belleza más horrible.
Sostener esta momificación de besos y las jofainas
De predicados in verbo.
Reiterarás los antiguos hechizos hasta renovarlos.
Tendrás la casa llena de flores frescas,
De caras sonrientes y calidez uterina, tendrás
La completa certeza de no saber qué es el amor
Y sin embargo, de que lo estás sintiendo.
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